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ECOLOGIA

28 de marzo de 2024

Milla 200: pesca furtiva e impacto ecológico

Los buques que están en el borde de la Zona Económica Exclusiva Argentina carecen de regulaciones, depredan el recurso y abaratan el precio internacional.

Durante años se habló de una ciudad flotante, de luces suspendidas en medio de la noche oceánica. Se catalogó, incluso, a estas embarcaciones extranjeras que pescan en la milla 201 -el límite entre la Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEEA) y altamar- como buques fantasmas, también como piratas del mar argentino.

Hoy, gracias a los avances tecnológicos, estas generalidades se vuelven concretas, y algunas, incluso, pueden ser desmentidas por las autoridades marítimas. “Hay mucho mito sobre la milla 201. Para empezar, no todos los que pescan ahí son chinos, hay buques de, al menos, ocho nacionalidades distintas”, destaca la subprefecto Luciana De Santis Solla, abogada de la Dirección de Tráfico Marítimo, Fluvial y Lacustre de Prefectura.

La especialista afirma, además, que, al contrario de la idea popular que suele prevalecer sobre la pesca internacional frente a la costa argentina, no es usual que estas embarcaciones ingresen a las aguas argentinas.

En cambio, la verdadera problemática, que preocupa a los biólogos, investigadores, pesqueros argentinos y autoridades policiales nacionales no tiene que ver con este tipo de ingresos, sino con lo que sucede en esta área límite, en la milla 201. Se trata de un conflicto cuya resolución no parece viable en el corto plazo.

 

La milla 201, en datos

Según la autoridad marítima, en la última temporada de pesca -desde noviembre de 2022 hasta julio de 2023- se pudo detectar de manera electrónica la presencia en la milla 201 de 530 embarcaciones extranjeras, de al menos nueve países diferentes: China (69,39%), Taiwán (10,2%), Corea del Sur (9,59%), España (5,%), y en menor medida Vanuatu, Uruguay, Portugal, Rusia y Belice.

Estos números y los estados de abanderamiento son similares a los de los buques que actualmente pescan en la milla 201. Pese a que todavía faltan cuatro meses para la culminación de la temporada 2023-2024, desde su inicio ya se ha detectado la presencia de 443 barcos extranjeros en la zona.

 

Se pueden observar fenómenos comparables, aunque de menores dimensiones, en otros puntos específicos del globo, como en las costas de Perú, del Cuerno de África y de Ecuador, no solo en la parte continental sino también alrededor de las islas Galápagos. “Se da en muchas partes del mundo. Ahora bien, en nuestro país se da de una manera muy particular. Acá no tenemos ninguna organización regional de ordenamiento pesquero. No hay nadie que genere gobernanza más allá de la 200 millas, como sí lo hay en el Pacífico sur, por ejemplo”, afirma Almada.

Sumado a la falta de regulación, la zona de la milla 201 que se halla entre las latitudes 43 y 47 -el área donde suele encontrarse la mayor parte de los buques pesqueros extranjeros-, presenta un especial atractivo en términos de biomasa. La riqueza natural de esta zona depende de varios factores que confluyen, entre otros: la mezcla de dos corrientes de agua -una corriente cálida que llega de Brasil y una fría, proveniente de Malvinas- y también una baja profundidad.

Hay un punto en particular, conocido como Agujero Azul, que produce especial interés, en particular en este momento del año. Ubicado a la altura de Comodoro Rivadavia, esta zona de la milla 201 es la única donde todavía hay plataforma continental. Al haber plataforma, la profundidad es menor y la biodiversidad es mayor. Dado a que se encuentra fuera de la ZEEA, los pesqueros internacionales tienen a posibilidad de capturar recursos sin ningún tipo de regulación del estado ribereño, amparados por una sumatoria de grises legales.

 

La gran mayoría de estas embarcaciones son poteros, es decir que se dedican a la captura exclusiva de calamares. El Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep) calcula que esta flota pesca un promedio de 150.000 toneladas por año del calamar Illex Argentinuis, una especie que, según los investigadores, en los últimos diez años ha comenzado a mostrar una declinación poblacional. Las capturas anuales de este animal en la milla 201 suelen estar por encima de las de los buques argentinos que pescan dentro de la zona económica exclusiva, según muestran las cifras del Inidep.

“El problema no son los ingresos”

“Ya hace muchos años que los ingresos de buques pesqueros extranjeros a nuestra zona económica exclusiva son prácticamente nulos. La realidad es que este conjunto de buques que vemos como una ciudad flotante está en altamar. Lo podemos asegurar con el patrullaje electrónico diario que hacemos y con el patrullaje en el lugar”, afirma el prefecto mayor Sergio Almada, coordinador del Equipo de Trabajo Interdisciplinario para el Control de los Espacios Marítimos y sus Recursos (Eicemar).

Pero el hecho de que esta flota internacional casi no cometa infracciones no la vuelve inofensiva. Los expertos consultados, pertenecientes a diferentes espacios gubernamentales y no gubernamentales, coinciden en que su presencia afecta directamente los intereses argentinos y produce consecuencias negativas tanto a nivel económico como ambiental.

Al igual que el resto de los países, la Argentina no tiene derechos ni herramientas legales para castigar ni poner condiciones de pesca por fuera de las 200 millas. “Jurídicamente, es altamar. La altamar está caracterizada por las libertades: libertad de pesca, libertad de navegación, libertad de tendido de cables y tuberías submarinas. El único que tiene competencia para establecer determinadas obligaciones en las embarcaciones que pesquen allí, y controlar que se cumplan, es el estado de abanderamiento de cada buque”, explica De Santis Solla.

Desde la Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras (CAPIP) plantean que la conglomeración de pesqueros extranjeros del otro lado de la milla 200 afecta de manera directa a la industria argentina. “Los buques pesqueros argentinos tenemos más del 60% de la zona económica exclusiva vedada para cuidar el recurso, sus zonas de reproducción. También tenemos pesca cuotificada. En cambio, afuera de la milla 200, los barcos extranjeros hacen cualquier cosa. No hay control sobre qué se pesca ahí, si pescan juveniles, si pescan en zonas de reproducción. Es una pesca furtiva, olímpica”, afirma Agustín de la Fuente, su presidente.

Esta situación, dice, produce competencia desleal que se ve reflejada en el mercado internacional. Los pesqueros argentinos, que para ejercer su actividad deben respetar vedas, restricciones de captura máxima e impuestos, no pueden competir con los productos de los pesqueros de la milla 201 en las góndolas. “Es imposible”, afirma De la Fuente.

Una “bomba de tiempo ambiental”

Al impacto económico se suma el ambiental. Según los investigadores, el daño que produce la pesca desregulada en la milla 201 se hace cada vez más visible. Mientras que dentro de la ZEE la Argentina permite la pesca de calamar Illex Argentinius a partir de enero, en la milla 201 los buques poteros extranjeros comienzan a capturarlo desde noviembre. “Lo empiezan a pescar dos meses antes de que los ejemplares lleguen a su edad reproductiva. Esto es altamente depredatorio, es una bomba de tiempo ambiental -suma el especialista en Conservación Marina Milko Schwartzman, miembro del Círculo de Políticas Ambientales-. A esto hay que sumar la basura que generan: pasan un promedio de cinco meses en altamar, haciendo transbordo para no tener que irse del lugar. Imaginate los deschechos que tiran al mar”.

El investigador y exdirector del INIDEP Otto Wöhler afirma que el impacto ambiental “es enorme”. “Lo que más se pesca ahí es calamar Illex Argentinus, especialmente el stock patagónico, que en los últimos años ha mostrado una declinación importante. Es el stock que era históricamente el más abundante del Atlántico Sur. Además hay captura de otras especies con buques de arrastre, que en los últimos años ha crecido mucho”, afirma el especialista en especies australes. Este calamar es un eslabón principal de la cadena alimentaria de la región y, por lo tanto, según especialistas, su pesca furtiva afecta de manera directa a las poblaciones de merluza, de aves y de mamíferos marinos como lobos marinos, delfines y cachelotes. Todos estos se alimentan, en mayor y menor medida, de calamar.

¿Existe una solución?

Wöhler define la situación actual como “muy frustrante”. “Los que la investigamos y trabajamos en esto vemos que lo único que hacemos como país es asombrarnos año a año con la cantidad de buques que llegan en la temporada de calamar”, suma.

Actualmente, afirma la abogada de Prefectura, existe un “gris legal” que complica el accionar argentino ante la depredación pesquera en la milla 201. La autoridad internacional reconoce que los estados ribereños tienen derecho de soberanía sobre el lecho y subsuelo de su plataforma continental. Es por eso que en el Agujero Azul -donde la plataforma continental excede las 200 millas- se produce una situación que las autoridades marítimas definen como contradictoria.

“Tenemos soberanía sobre el lecho en este sector. El problema es que, por ejemplo, para saber si un buque extranjero de la milla 201 está haciendo arrastre de fondo, tenés que abordar el buque y ver qué es lo que pescó. Pero no tenemos herramientas legales para abordarlos porque está en altamar”, explica De Santis Solla.

“Si no existe una organización internacional de pesca no hay regulación y cualquier país o cualquier buque puede pescar lo que quiera. En el Atlántico Sur, el conflicto de soberanía con las Islas Malvinas ha impedido avanzar en lograr una organización internacional de pesca”, afirma Wöhler. A su vez lamenta que la Cancillería argentina tampoco haya establecido acuerdos internacionales bilaterales con países con importante presencia pesquera en la milla 201, como China. “Los acuerdos binacionales podrían intentar regular la explotación de recursos en el área”, opina.

Actualmente existe un convenio de la Organzación Mundial del Comercio que tiende a eliminar los subsidios que dan los estados a las empresas pesqueras, al cual ya se ha adherido la Unión Europea. Desde Prefectura creen que si China y Corea lo ratifican y lo cumplen, puede haber menor cantidad de barcos en este lugar, debido a que la mayoría de los barcos que pescan en la milla 201 tiene subsidios de sus estados de abanderamiento.

También hay proyectos internacionales que buscan prohibir el transbordo en altamar. “La manera de empezar a solucionar esa falta de gobernanza es quitándole los incentivos que tiene esta flota para estar ahí . ¿Qué les otorga incentivos? Los subsidios estatales y los transbordos en altamar. Los barcos hacen transbordo en altamar, no vuelven al puerto. Por eso están tantos meses seguidos pescando acá y después muchos se van directo al pacífico a pescar el calamar gigante a las costas de Perú y de Ecuador. Sin transbordo y sin subsidios estatales, venir hasta acá no les sería conveniente”, suma Almada.

maría Nollman

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